domingo, 17 de marzo de 2013

Testigos de los disturbios en Jerusalén


En Bab Hutta street hoy se respira normalidad. Al final de la calle, los militares que hace un par de días disparaban proyectiles contra un grupo de jóvenes que se resistían a abandonar la explanada de las mezquitas, hoy están tranquilos.

Bab Hutta Street
El pasado viernes, en cambio, en esa misma calle pude vivir en primera persona un enfrentamiento entre palestinos y militares israelíes. Sucedió al acabar la oración del medio día en la explanada de las mezquitas. Como cada viernes, día sagrado para los musulmanes, miles de ellos se dirigen hacia ese lugar para rezar en la mezquita Al-Aqsa. Al finalizar el rezo, empezaron a oírse disparos y en pocos segundos teníamos a los militares encima. Nos refugiamos en el portal de una casa, quedando en medio de los disturbios. A un lado de la calle, unos jóvenes con pasamontañas lanzan piedras y todo lo que tienen a su alcance, al otro lado, los militares responden disparando proyectiles de goma. Todavía recuerdo el ruido que hacían las piedras al chocar contra el suelo. No paraban de caer. Una piedra detrás de otra. Era interminable. Lo pasé mal. No llegué a temer por mi vida, pero si pensaba en que habría pasado si una de esas piedras me hubiera alcanzado.

En el lugar donde nos resguardamos vivían varias familias musulmanas. Era un portal con un pequeño patio en el interior a través del cual se accedía a las casas. Con nosotros habían varios niños. No parecían asustados. Para ellos es algo normal. Pronto salió una mujer. Su madre. Hablaba en árabe con sus hijos y aunque yo no entendía lo que decía, el lenguaje corporal no sabe de fronteras lingüísticas. Ella si estaba asustada. Quería que los jovencitos se quedaran dentro de la casa, sin embargo ellos, curiosos, no paraban de sacar la cabeza fuera del portal para ver lo que pasaba.

Durante unos minutos, pararon de caer piedras. Parecía que ya había acabado. Uno de los niños insistió en que era nuestro momento para salir corriendo de allí, “ya no hay peligro” aseguraba. Un par de mujeres musulmanas que también habían quedado en mitad de la pelea, aprovecharon para cruzar la calle y recorrer los pocos metros que les separaban de sus casas. Sin embrago, en el momento en el que nos decidimos a salir, de nuevo, empezaron a caer más piedras. La lucha continuaba.

Finalmente, un hombre nos invitó a subir a su casa, donde nos quedamos hasta que acabó todo. Desde el salón de su casa, su familia seguía lo que estaba pasando a través de Al Yazeera, la televisión árabe. Un corresponsal en directo explicaba lo que sucedía en la calle Bab Hutta. Imágenes en directo de lo que pasaba justo donde yo me encontraba. Eso me impactó bastante. Yo estaba ahí. En el salón de una familia musulmana en Bat Hutta street. Tomando un té. En el lugar de la noticia y a la vez, viendo en directo lo que el canal árabe iba retransmitiendo. Es una sensación extraña.

En el salón de la casa había un pequeño balcón que daba a la explanada de las mezquitas, justo al lugar donde se encontraban los jóvenes que tiraban las piedras al final de la calle. Aproveché para sacar mi cámara y grabar. Pude contar unos 20 jóvenes, quizás adolescentes. No estaban organizados. Tenían la cara cubierta con pasamontañas. Uno de ellos lucía victorioso el casco y el escudo que había robado a uno de los militares. Empezaron a disolverse quedando solo unos pocos.

Al cabo de media hora ya no había nadie. Todo había acabado. Nos despedimos de la familia musulmana que muy amablemente nos había acogido en su casa. Al bajar a la calle decenas de periodistas, cámara en mano, se aglutinaban para captar las primeras imágenes de lo que había sucedido, sin embargo, en ese momento, lo único que podían grabar era la gran cantidad de piedras que había por el suelo. Nosotros fuimos los primeros en llegar al lugar de la noticia. Mejor dicho, la noticia vino a buscarnos a nosotros. Nos pilló absolutamente desprevenidos, pero supimos aprovecharlo. Y conseguimos las primeras imágenes de lo sucedido.

Bab Hutta street después de los disturbios
RESULTADO

El resultado final, según la agencia EFE, 12 heridos. Uno de ellos, un periodista que tuvo que ser trasladado al hospital a causa de las heridas que tenía. Por suerte, a nosotros no nos pasó nada.

Lidia Bueno

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